Los pigmeos de Camerún




Recorriendo Camerún bajando de vuelta desde el Lago Chad, nos hemos acercado a conocer a las poblaciones de pigmeos. 

La palabra pigmeo significa "de pequeño tamaño". Los pigmeos son los pobladores originales de la selva, hombres de metro y medio que siempre han vivido en contacto con la naturaleza. Alrededor de 60.000 pigmeos se reparten entre la República Democrática del Congo, el norte de Gabón, República Centroafricaana y 5000 de ellos se encuentran en el sur de las selvas de Camerún.


La deforestación de los bosques junto a las políticas de sedentarización y preservación de áreas protegidas por parte del gobierno de Camerún les ha obligado a abandonar su forma de vida tradicional nómada e instalarse en pequeños campamentos junto a poblaciones bantús, la etnia mayoritaria del país.


Encontrar los poblados pigmeos no es tarea fácil. Tras navegar por el río tuvimos que andar un par de horas por la selva hasta dar con ellos, acompañados de un guía.


En cada campamento viven entre 15 y 20 familias. Viven en mungúlus, chozas construidas con hojas y troncos de palmera de una sola puerta por donde entra la única fuente de luz natural, y una sola habitación donde hacen vida. En esta estancia habitan todos los miembros de la familia. 


Los pigmeos siempre ha sido un pueblo nómada, dedicado a la caza y a la recolección, vivían en comunión con la naturaleza. Son conocedores de la selva y se desplazan por ella como nadie. Hace unos 60 años sufrieron un proceso de sedentarización.

En la actualidad, los pigmeos se dedican a la recolección. La caza se ha visto reducida a animales pequeños ya que se considera una práctica ilegal por el gobierno para proteger las reservas naturales.


Este gran cambio de vida, les ha dejado sin identidad, obligándoles a vivir en un régimen de semi esclavitud con respecto a los bantúes que se consideran superiores y les obligan a hacer tareas del campo.

En Camerún, los pigmeos no son nadie, oficialmente no existen. Están ahí pero nadie se ocupa de ellos ni de sus condiciones de vida. Viven en un régimen de exclusión social ligada a problemas de educación y sanidad. Su aislamiento favorece estas condiciones. 


El aislamiento hace que los niños desde pequeños sin posibilidad de ir al colegio decidan jugar con juguetes impensables en nuestra sociedad europea. 



La mujer pigmea tiene un papel muy importante en la familia. Tienen toda la fuerza, lucha y supervivencia a pesar de haber tenido siempre un papel secundario siendo los hombres los que toman todas las decisiones.



Se ocupan del cuidado de la casa, búsqueda de agua y conseguir sustento diario para cocinar. Los pigmeos se diferencian también de otras etnias por una larga tradición ligada a la música. Sus cánticos les han acompañado siempre.



El mercado de los borrachos en Camerún



En Camerun nos encontramos el mercado de los borrachos, al salir de Rumsiki, en el País Kapsiki, camino del Lago Chad.

El jueves es el día de mercado en Tourou, un pueblo en los montes Mandara. En este pueblo conviven animístas y musulmanes.

El día de mercado, todos beben bil-bil (cerveza de mijo), usando calabazas pequeñas como vasos y  sentados en donde se puede, en piedras o en el suelo.


Bil-bil, la cerveza de mijo es la bebida por excelencia de los pueblos animistas. Es cerveza casera hecha a base de mijo fermentado que se prepara el mismo día o el anterior y se bebe en calabazas.

Es más que una bebida, simboliza todo un mundo antiguo. De hecho beber bil-bil es una de las diferencias entre los animistas y los musulmanes. En el pasado era sólo cosa de hombres que la bebían en las ceremonias pero ahora la toman tanto hombres como mujeres. Ellas se encargan de elaborarla y venderla pero también de consumirla.


Beben durante horas, gastándose el dinero que han ganado y muchos de ellos se tambalean por las borracheras que se cogen. Todo el mundo borracho hasta las trancas.


En este mercado el despliegue de color es fascinante. Las ropas de las mujeres tienen colores tan vivos que es un auténtico espectáculo. En el norte de Camerun todo es una explosión de color.







Los derechos humanos no existen en la cárcel de la Isla de Mozambique


No hay esperanza en la cárcel de la Isla de Mozambique
un reportaje publicado en CTXT contexto y acción



La falta de higiene y el hacinamiento provoca que los presos sufran enfermedades como el cólera. Los reclusos tienen que pagar además sobornos a los guardias para comer o poder ir al baño.

El periodista y la fotógrafa entraron en la cárcel de la isla de Mozambique en agosto de 2015. Se comprometieron con los presos y carceleros a esperar al menos seis meses para publicar el reportaje, el tiempo para que los reclusos que aparecen en el mismo cumplieran condena. Era su seguro de vida ante cualquier tipo de represalias futuras






Diez películas africanas imprescindibles



El blog sobre África de El País "África no es un país", recomienda estas diez películas africanas como imprescindibles

1. Afronauts, Frances Bodomo (Ghana) Cortometraje

2. Beti and Amare, Andy Siege (Etiopía) 

3. Half of a Yellow Sun, Biyi Bandele (Nigeria) 

4. Love the One You Love, Jenna Bass (Sudáfrica)

5. Run, Philippe Lacôte (Costa de Marfil) 

6. Timbuktú, Abderrahmane Sissako (Mali)  

7. Miners Shot Down, Rehad Desai (Sudáfrica) Documental 

8. Stories of Our Lives, Jim Chuchu (Kenia) 

9. Shield and Spear, Petter Ringbom (Sudáfrica) Documental 

10. Veve, Simon Mukali (Kenia)


Las 40 mejores películas sobre África

Las 40 mejores películas sobre África

Esta es una lista de los títulos más significativos de películas que se desarrollan en África. Son películas de aventuras, conquistas, fieras, selvas e historias de amor.

1.- Mogambo (1953)

2.- Hotel Rwanda (2004)

3.- Grita libertad (1987)

4.- Tarzán de los monos (1932)

5.- Diamantes de sangre (2006)

6.- La Reina de África (1951)

7.- Zulú (1964)

8.- El rey león (1994)

9.- El jardinero fiel (2005)

10.- Black Hawk derribado (2001)

11.- Historia de una monja (1959)

12.- ¡Hatari¡ (1962)

13.- Little Senegal (2001)

14.- Las minas del rey Salomón (1950)

15.- Memorias de África (1985)

16.- Gorilas en la niebla (1988)

17.- los dioses deben estar locos (1980)

18.- Days of Glory (2006)

19.- El cielo protector (1990)

20.- La intérprete (2005)

21.- Cazador blanco, corazón negro (1990)

22.- Los demonios de la noche (1996)

23.- Lágrimas del sol (2003)

24.- Las nieves del Kilimanjaro (1952)

25.- Soñé con África (2000)

26.- En un lugar de África (2001)

27.- Perdidos en África (1994)

28.- Congo (1995)

29.- Las montañas de la luna (1990)

30.- Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos (1984)

31.-Una árida estación blanca (1989)

32.- Atrapa el fuego (2006)

33.- Man to Man (2005)

34.- Lejos de África (1996)

35.- ABC África (2001)

36.- Los médicos voladores de África Oriental (1969)

37.- Lawrence de Arabia (1962)

38.- Patton (1970)

39.- Casablanca (1942)

40.- Sahara (1943)

El País Bassari, una civilización olvidada dentro del Senegal más auténtico


Los Bassari es una de las etnias más antiguas de Senegal que todavía persiste con sus ritos animístas.


La zona donde viven los Bassari es la región de Kédougou y se conoce como el País Bassari. Es una de las zonas más bonitas de Senegal aunque en este país, todo es bonito. Se encuentra escondido entre selvas y montañas de muy difícil acceso, cerca de las fronteras de Malí y Guinea Konakri.


La situación de sus poblados entre las montañas ha permitido la supervivencia de su cultura.


El País Bassari es el nombre genérico que se ha dado al territorio que ocupa la región de Kédougou. Entrar en el País Bassari es introducirse en el mundo rural senegalés más auténtico. Son las tribus más autóctonas con un modo de vida en su estado más original. La mayoría de tribus se ubican entre colinas. Viven en poblados construidos con piedra roja de montaña con tejados de caña.


Los Bassari son reconocidos por sus rituales y costumbres muy distintas a los pueblos cercanos. Los Bassari resisten la influencia musulmana y siguen con sus viejas creencias animistas.


Llegar a los poblados Bassari fue complicado. No se puede llegar ni en coche ni en 4*4. La única forma de poder llegar a uno de sus poblados es subiendo y bajando a pie las montañas que los separan de cualquier civilización. La puerta de entrada es Kedougou, una pequeña ciudad. Una pista de tierra sube por los montes hasta el primer poblado.




Hacía mucho calor y llegue a pensar que jamás conseguiría poder llegar a verlos. Tras un esfuerzo enorme que casi acaba conmigo llegue al primero de sus villorios. Las mujeres Bassari corrieron a ver a la blanca que se acercaba a visitarlas para conocer su forma de vivir. Querían charlar, tocar, husmear, llenas de curiosidad.


Para llegar al País Bassari me acompañaron dos guías. Es imposible llegar sin su ayuda. Ellos saben como atravesar las montañas para llegar a sus aldeas aisladas.




Llegar al País Bassari es reencontrarse con las civilizaciones más olvidadas. Entre finales de abril y mayo, los Bassari celebran los ritos iniciáticos que marcan el paso de una edad a otra. Es la ocasión para invocar a los espíritus de los antepasados.


La pobreza de los Bassari sorprende. Nosotros traíamos como presente varios kilos de sal. Una cosa tan sencilla como la sal es muy valorado por este pueblo. Siempre que llegas a un poblado debes llevar algún regalo.

Los Bassari son una etnia alegre con una sonrisa siempre presente entre su gente. En las aldeas Bassari, las mujeres cocinan, los niños corren por el poblado, los hombres dormitan bajo los árboles como siempre ocurre en África.














La belleza de Namibia en 12 días 3 parte



El Desierto de Namib tiene dunas tan altas como montañas de un rojo impactante junto a destellantes lagos de sal que componen un escenario alucinante

23 de noviembre (Valvis Way-Desert de Namib)

Abandonamos la costa de Valvis Way. Nos vamos al maravilloso desierto de Namib. Es una ruta larga. Unas cinco o seis horas de viaje. Namibia es un tremendo desierto o páramo donde no hay nada salvo animales pero el paisaje hacia el desierto va cambiando.



Bordean la carretera dunas que protegen nuestro camino. Las carreteras no están asfaltadas en casi ningún punto del país. Nos alejamos de la costa dejando atrás la espesa y asesina neblina de la Costa de los Esqueletos, con su paisaje de desolación y muerte. Salimos al sol azul, radiante y caluroso del desierto. Ya empezaba a preguntarme si en algún momento volvería a ver el sol.



Vamos camino al Desierto de Namib, Ahora nos rodean maravillosas montañas, paisajes únicos, impresionantes cordilleras de montes, macizos y cumbres. Los paisajes me dejan muda. Entramos en el Parque Nacional de Namib-Naukluft. A ambos lados de una carretera de grava abundan antílopes de todo tipo, desde ligeras gacelas springbook a orices, avestruces y todo tipo de animales.



Vamos a dormir en una guest farm que es una granja que admite huéspedes. Estamos un poco desconcertados. No sabemos si nos esperan unos granjeros deseosos de entablar conversación con los viajeros que pasan por allí o qué nos vamos a encontrar. Nunca nos hemos hospedado en una granja.

Como siempre, en este viaje no llevamos nada reservado. Se nos está complicando el hospedaje. En Namibia hay bastante turismo de élite y quizás poca oferta de alojamientos. La granja es la única opción que hemos encontrado. Habríamos querido ir a algún campamento que se ajustase a nuestro presupuesto pero no hemos encontrado nada disponible.

La granja se encuentra a 40 kilómetros de camino de tierra del Desierto de Namib. Nos vamos turnando para conducir. Las pistas de tierra y el tremendo calor producen sopor y somnolencia para llevar el coche. No hay nada, Ni pueblos, ni gente, ni árboles, ni siquiera vegetación, sólo algún animal a los bordes de los caminos.



Llevamos cuatro horas de camino interminable de arena y grava. No me lo creo, por fin, vemos una gasolinera y cuatro casuchas desde que dejamos la costa. El lugar se llama Solitaire. Es una polvorienta parada. En nuestro viaje al desierto, Solitaire significa la última oportunidad para repostar gasolina o comprar cualquier cosa antes de entrar a Sossusvlei, el corazón del desierto de Namib.

Tiene un bonito café con unas tartas alemanas espectaculares. Nos acechan cientos de ardillas y pájaros por si nos dejamos el fantástico strudel de manzana inequívocamente alemán. Es un sitio infinitamente sórdido al más puro oeste americano. 



Seguimos la ruta hacia el desierto y llegamos a la granja.

Se llama Weltevrede. Una indicación en la pista nos avisa de la granja que resulta ser una sorpresa. A la puerta nos encontramos a unos pequeños niños blancos jugando. Esta granja esta en mitad de la nada. No hay una sola casa en cientos de kilómetros. Lo más cercano es la gasolinera que dejamos muchos kilómetros atrás.


Nos sale al encuentro una señora de unos 65 años. delgada, enjuta, demacrada, melena larga sin teñir,  seria, antipática, desaliñada, vestida sin ningún cuidado como suelen vestir las mujeres de los boers sudafricanos. Nos explica aburrida y ausente como funciona la granja. Aclara que la cena es a las siete y media, ni un minuto antes ni un minuto después, cenamos todos los huéspedes a la vez. 

Muy orgullosa nos enseña la piscina. Nuestra habitación da directamente a la selva. Nuestros amigos se instalan a nuestro lado.




Nuestra habitación tiene un porche muy cerca de una pequeña charca. La granjera nos avisa que ¡ojo! se acercan leopardos a beber por la noche y todo tipo de animales. Nos pide que estemos alerta y que tengamos cuidado. A mi este lugar me parece fascinante. Me encanta mi habitación y su porche, la granja, la charca, los animales que merodean y el agua para abrevar. La posibilidad de que se acerquen los leopardos me llena de emoción. Esta granja es una locura, absolutamente fantástica. Estoy en el paraíso. No esperaba nada y tengo mucho más de lo que jamás hubiera imaginado en la granja. Nos instalamos. Nos vamos a acercar en un rato al rojo desierto de Namib. Estamos relativamente cerca. Aunque mañana vamos a dormir en un logde a la entrada del desierto, hoy queremos saborear el paisaje único de sus rojas dunas y del contraste azul del cielo. 







El Desierto de Namib nos deja sin palabras. Es absolutamente indescriptible, bellisimo, fantástico, y único.

El Namib es el desierto más antiguo del planeta. Tiene una longitud de 2.000 kilómetros, de los que 1.400 corresponden a la costa namibia. Sus vastos mares de dunas nacen al pie del Atlántico para llegar a alzarse en su interior a 1.000 metros sobre el nivel del mar. La arena roja de sus dunas es originaria del Desierto del Kalahari. Hace cinco millones de años, el curso del río Orange, la transportó desde el interior del continente hacia el Óceano llegando a formar las dunas actuales. 


Mientras recorremos esta maravilla, vemos avestruces y orices por cualquier lado. Esto es una auténtica pasada. Nunca pensé que iba a encontrar un sitio tan bello. Nos detenemos en la duna 45. Es inmensa, roja, intentamos subir a su cima. Imposible, nos abrasamos los pies. No voy preparada, como siempre, con unas sandalias imposible subir.



El coche solo puede llegar hasta un punto, a partir de ahí, necesitamos 4*4 o coger un coche del parque que nos acerque a los lugares más innacesibles donde están los lagos de sal. Esta parte la vamos a dejar para mañana que tenemos que volver a la granja. Sería una pena no disfrutar de un sitio tan fabuloso al caer la tarde. En Namibia anochece a las siete y el ocaso es siempre sublime.

Antes debemos quitarnos el polvo del desierto. Llegamos sucios hasta las orejas. Se te mete el polvo hasta la garganta. Nuestro coche tiene un color irreconocible y nosotros también. Al final del día, mi pelo es una pasta. Necesitamos disfrutar de nuestro porche mientras la tarde cae viendo como los animales se acercan a abrevar a la charca que tenemos delante, con la sorpresa y la inquietud de ver si los leopardos se acercarán a beber.





La charca se encuentra muy transitada cuando empieza la tarde. Hay springboks por todas partes. También vemos numerosas gallinas de guinea merodeando. Es una maravilla el crepúsculo, la granja, nuestro porche y la charca. Nos espera una cena en una preciosa palloza a las siete y media a todos los huéspedes de la granja. No somos los únicos. Hay un buen grupo de italianos. La cena es exquisita, servida por unas chicas de color que trabajan para los granjeros. Las negritas se han puesto a cantar, así sin más. Canciones africanas, voces de África, coros africanos que te trasladan a lo más auténtico de este continente mágico. Escuchamos las canciones únicas y evocadoras. La experiencia de la granja ha sido magnífica.

Desde mi cama puedo ver la charca, está iluminada.



La noche se llena de sonidos. Namibia no tiene casi gente pero hay animales por todas partes. Duermes en una granja y los animales salvajes se acercan hasta tu puerta. Este país es diferente a lo que conozco. Durante la noche, no puedo evitar no acercarme a mi ventana para ver que se cuece en la charca. Observar si hay animales merodeando o bebiendo agua.



Los animales son muy activos al amanecer. No hay ningún leopardo. Me quedo sentada esperando a que mis amigos estén preparados para acercarnos a desayunar y seguir nuestro camino hacia el desierto.

Desayunamos en una palloza preciosa, zumos de frutas tropicales, papaya, mangos, tostadas, yogures y nos ponemos en ruta con la pena de dejar este lugar increíble. Ha sido un acierto parar en esta granja de granjeros namibios donde es muy posible que los leopardos bajen a abrevar a la charca al lado de nuestro porche. 

Ahora llegamos al corazón del Desierto de Namib. Hemos cogido un lodge, de esos que son para encerrarte y no salir, disfrutando de toda la exclusividad que te ofrece. Se llama "Sossusvlei Lodge". Se encuentra situado a la entrada del desierto. En Namibia no hay término medio, o sitios muy caros, u otros más asequibles pero dónde ya no hay plaza. Hay que decir que es un lodge fantástico.

21 de noviembre (Desierto de Namib)

Estoy sentada en la puerta de mi tienda. Una construcción preciosa, mitad lona, mitad ladrillo rojizo como es la tierra del desierto de Namib mirando hacia las montañas de África. Namibia es la belleza absoluta.




Las tiendas son fantásticas. Me recuerdan a los campamentos del Desierto del Kalahari. Tienen un pequeño porche para sentarte a ver caer la tarde. 

El lodge esta situado a los pies de las montañas y a la puerta al desierto más rojo y más antiguo del planeta. Nos ha costado mucho encontrar dos tiendas porque no teníamos nada reservado Es un sitio caro pero merece la pena.

Estoy a la puerta de mi tienda y me invade la pena de sentir que este viaje fantástico se acaba. Mañana es nuestro último día y tengo la sensación de que nos dejamos muchas cosas sin ver. Doce días han sido suficientes para disfrutar de la increíble, incomparable e inmensa belleza de Namibia, pero me sabe a poco.



Este país es de una belleza tan soberbia que necesitaría muchos más días para saborearlo sin perder detalle. Los doce días nos han permitido conocer de pasada, la capital, Windhoek, el Parque Nacional de Etosha, la zona de Damaraland, la costa de los Esqueletos, la franja litoral comprendida entre Walvis Bay y la ciudad marinera de Swakopmund y el fascinante desierto de Namib. Pero Namibia es mucho más, lo sabes, lo percibes y lo sientes. Te quedas con la ansiedad de haber perdido infinitos lugares, inagotables, increíbles y evocadoras imágenes de África.



Estoy a la puerta de mi tienda y no puedo describir la belleza de la tarde que cae lentamente. Empiezo a escuchar el canto de los pájaros y el susurrar de insectos que solo perciben en  esta parte del mundo.

Este continente fantástico es muy diferente. No tienen nada que ver los países africanos del Golfo de Guinea con el África Central y mucho menos con la parte del Sur de África donde ahora nos encontramos. Si tengo que elegir, la más absoluta de las bellezas se encuentra aquí. Las más hermosas imágenes de África, las más sugerentes, esas fotografías con las que sueña cualquier fotógrafo se descubren en estos horizontes inigualables. El África del Sur. 



Las imágenes que jamás se olvidan, montañas increíbles, colores ocres, intensos, violentos, cientos de matices cuando cae el sol de la tarde, sólo los he visto aquí. los más impetuosos contrastes, el amarillo, el rojo más penetrante, los árboles más africanos, las acacias más soñadas, sólo las he encontrado en este lugar. 

Los atardeceres más inolvidables. Los rincones más especiales sólo los he visto aquí. Jamás voy a olvidar este paísaje, lo que mis ojos vieron, lo que mi retina pudo guardar. Son los paisajes con los que siempre y eternamente soñaré.

Mi África soñada, mi África amada y querida, como te voy a echar de menos. Voy a enfermar de nostalgia al recordar lo que me has regalado en este viaje mágico y único.

Esta mañana hemos vuelto al desierto.



Hemos querido coger una avioneta para sobrevolarlo pero ya no había plaza. Hemos perdido una ocasión única. No se debe perder ninguna oportunidad porque nunca se vuelve a repetir una ocasión.

El desierto esta precioso a cualquier hora del día. Tiene lagos de sal que son fantasmagóricos pero de una hermosura que no he visto en ningún lugar. En un 4*4 hemos llegado a las dunas más inaccesibles, subido y bajado dunas rojas que abrasaban los pies. 
















Esta tarde nos quedamos en el logde. No hay nada como ver pasar la tarde, observar como las montañas cambian de color y de intensidad a medida que el sol va cayendo. La maravilla de ver como se acercan gacelas, orices, avestruces, etc. Ha sido un día perfecto. Vamos a cenar en el restaurante del logde que es insuperable.

Mañana nos vamos a Windhoek.



22 de noviembre (Desierto de Namib-Windohek)

El viaje va a ser largo. Unas seis horas por carreteras sin asfaltar. No vamos a salir pronto para disfrutar de la noche y de un desayuno pausado y tranquilo. Tampoco vamos a entrar de nuevo al desierto aunque nos quedamos sin verlo con la luz del amanecer. Volvemos a Windohek. Tenemos mucha carretera por delante.



Tenemos previsto parar a dormir en una reserva de animales a unos 20 kilómetros de Windhoek, última noche para despedirnos de la naturaleza mas abrumadora. La capital de Namibia, Windhoek no nos engancho. Era pequeña, destartalada y no tenía vida. Es posible que no le dimos tiempo para sacarle el jugo, si es que lo tenía.

El viaje se complica. Llevamos un Tom tom pero lo que parece es un tonton que nos da información confusa. Nos hemos equivocado de ruta. No hay carreteras asfaltadas sólo pistas de tierra. El error supone 150 kilómetros más de grava y polvo agotador.

Hace mucho calor y tenemos arena hasta en el estomago. Llevamos 400 kilómetros y esto no acaba. Hay que dormir en Windhoek. Se hace de noche y no tiene sentido acercarnos a la reserva.

Son las siete de la tarde, estamos de tierra hasta arriba y mañana nuestro avión sale a las 14 horas. No nos queda tiempo más que para salir tranquilamente a cenar y despedirnos. Nos hemos quedado en una guest house en otra parte de la ciudad.

Windhoek esta desierta. Es domingo y parece que aquí no vive nadie. Nos parece tan fea como el primer día. Además, es aburrida y no tiene ningún ambiente. No hay un alma por las calles. Los pocos restaurantes que vemos, cerrados. Cenamos en el mismo sitio que el primer día. No hemos encontrado otra opción por increíble que parezca.

Nos despedimos de Windhoek y nos despedimos de Namibia contentos y satisfechos.

El país nos ha enamorado pero con la sensación de que nos falta mucho por ver. Si volviéramos a empezar, reinventariamos de nuevo el viaje con lo que ya conocemos.

Estamos fascinados con la belleza de este país pero sin embargo, nos gustó mucho más, su vecina Sudafrica. Johanesburgo rezuma vida por todas partes. Es una de las grandes megaciudades de África. Windohek se parece a una pequeña ciudad de provincias de España.

Namibia es una postal. Una especie de  girilandia, turismo de élite, lujosos logdes, coches de safari, todo preparado y dirigido a este tipo de turismo elitista pero le falta vida, pulso, el látido africano que tanto me gusta. No ofrece el palpitar vibrante de otros países africanos donde sale gente de cualquier lugar con miles de increíbles historias que contar. Namibia es muy bella pero nada más. Te enseña imágenes fantásticas para los mejores fotógrafos del mundo pero no te aporta nada más.

Ha sido interesante saber que existen paisajes tan bellos pero volveremos una y otra vez a Sudafrica. Namibia ya la hemos conocido. No nos puede dar ya más. Sudafrica es inagotable.